Desde que la cárcel de Carabanchel echó el cierre, en 1998, el centro se ha convertido en el paraíso de los grafiteros, de los buscadores de chatarra y de inquilinos ocasionales que, ante la falta de un sitio para dormir, convirtieron el presidio abandonado en su casa.
En las galerías de presos que confluyen en la gran cúpula, tan característica del centro, hasta hace poco tiempo podían encontrarse restos de antiguos moradores: desde carteles de mujeres desnudas o listados de recuento de presos hasta libros de la Universidad a Distancia.
Pero sobre todo, el presidio de Carabanchel es recordado por albergar a todo tipo de represaliados por la dictadura franquista. Por este motivo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) inició el pasado mayo un estudio del recinto para determinar las posibilidades de convertir el presidio en un centro de la recuperación de la memoria histórica. El fin del equipo de investigadores, formado por historiadores, antropólogos y sociólogos, es reconstruir las formas de vida de los presos.
Propuesta socialista
Ni los vecinos ni el CSIC fueron los únicos en proponer recuperar la historia de la cárcel. En el programa electoral con que los socialistas madrileños concurrieron a las elecciones autonómicas de mayo de 2007 figuraba la construcción de un Centro Internacional de la Paz.
Con una superficie de 33.000 metros cuadrados, el lugar albergaría salas de exposiciones y conferencias y un auditorio. Las comicios finalmente los ganó la conservadora Esperanza Aguirre, quien, respecto a Carabanchel, sólo prometió la construcción de un hospital.
Según explica la investigadora del CSIC Carmen Ortiz, el complejo penitenciario se proyectó en su día con unas “proporciones gigantescas”, que incluso incluía dentro un hospital. El lugar elegido, el sur de Madrid, fue rodeando con los años al presidio de viviendas y la zona se convirtió en uno de los núcleos del barrio de trabajadores.
Cúpula singular
El Colegio de Arquitectos de Madrid también se ha mostrado en contra de la demolición del recinto y apela a motivos arquitectónicos, históricos y urbanísticos para mantener el edificio. Sobre todo pide, según detalló en un comunicado la semana pasada, que se mantenga la cúpula.
Los arquitectos madrileños señalan que es una de las pocas cúpulas de hormigón armado ejecutadas en la posguerra. En su construcción se usó un sistema especial de cimbrado y sus dimensiones (32 metros de diámetro y 25 de altura) pueden compararse a las del Panteón de Roma. Pero Interior no lo ve así. Fuentes del Ministerio afirmaban ayer que el recinto está en un estado ruinoso. “Cualquier intento de rehabilitación haría desplomarse al edificio”, zanjan.
Fuente: publico.es