“‘La Pirenaica’ informaba sobre lo que el franquismo escondía; hoy debería existir algo similar”

17/07/2009

Un medio potente para las ideas de izquierda, aplacadas por el pensamiento único. Eso fue La Pirenaica. Desde Radio España Independiente (La Pirenaica), entre los años 50 y 70 y de manera clandestina, Victoria Pujolar llenó centenares de horas de noticias y programas radiados en catalán. No sólo fue una batalla por la lengua catalana. Fue una batalla por la liberación de todo el país, entonces bajo el puño de hierro de una dictadura patronal nacionalcatólica. Había que hacer información de resistencia antifranquista, para dar cuenta de la lucha interior con que entregaban, a Cataluña y a España, los que soñaban por la libertad, la democracia y la República, es decir los derrotados de la Guerra Civil, brutalmente reprimidos -tanto moral como físicamente- por el franquismo. Victòria Pujolar, pintora y licenciada en Bellas Artes en su madurez, escapó dos veces de la prisiones del fascismo. Ahora vive en Madrid, de donde era su compañero, Federico Melchor, que también trabajó a La Pirenaica. Y sigue militando en el PCE y en el PSUC, desde una perspectiva ideológica que demuestra una clarividencia crítica difícil de escuchar en las nuevas generaciones de políticos. Su caso está perfectamente recogido en el libro de Teresa Pàmies Radio Pirenaica, la historia de Radio España Independiente.

¿Usted cree que ésta radio tendría que haber continuado después de la muerte de Franco?

Nuestra misión era cubrir una necesidad que tenía el pueblo. En España no existía libertad de expresión. Sólo nosotros ofrecíamos “la otra versión de las cosas”. La prueba de nuestro éxito es que nos escuchaba gente que no sólo era comunista: teníamos una misión amplia, internacional. Eramos una voz que daba noticias interiores de España, con una parte semanal en catalán de la que me encargué yo durante un tiempo (después de que lo hiciera Jordi Solé Tura). Dábamos informaciones que el régimen escondía y que la gente quería oír, porque no se sabía nada de lo que pasaba verdaderamente. Era una necesidad de la población y en cuánto hubo más o menos libertad de expresión creímos que la cosa ya no tenía sentido.

Pero hoy no hay ningún medio masivo con la orientación de ‘La Pirenaica’, suficientemente crítico los poderes fácticos…

Debería existir algo, pero tendría que ser otra cosa, diferente de la radio clandestina. Llegada la democracia, teníamos ‘Mundo Obrero’ y ‘Treball’, pero sin la misma capacidad de expansión, aunque entonces, cuando todavía no estábamos legalizados ambos medios eran leídos por mucha gente. Teníamos un partido de masas, pero ahora ya no lo somos… con eso quiero decir que sin un partido de masas fuerte es difícil tener un medio potente. Es lo que pienso.

¿Cómo era su trabajo en la Pirenaica?

Yo era la voz catalana de la REI. Había muchos espacios que cubrir, sobre todo cuando se fue Jordi Sole Tura. Hacía un trabajo de militante. Necesitaban una voz, yo servía y punto. Pero no era mi único trabajo puesto que no cobraba nada. Tenía cuatro hijos y además estudiaba Bellas Artes en Bucarest.

¿Cuántos trabajadores tenía ‘La Pirenaica’?

No lo sé. Era una radio completamente clandestina, incluso allí mismo, en el bloque socialista. No nos podíamos relacionar ni con los ex brigadistas internacionales rumanos.

¿Por qué?

Porque aquello estaba lleno de espías, que siempre hay. Nuestro trabajo era tan secreto que ni en casa nuestra, en Bucarest, sintonizábamos la Pirenaica. Fíjate que no sabíamos ni la dirección de los estudios desde donde retransmitíamos. Era un edificio del siglo XIX, de la burguesía, pero no sabíamos ni dónde estaba porque el coche oficial nos venía a buscar y nos dejaba in situ.

¿Cómo operaban?

Todo estaba muy bien organizado. Había una estructura con un director, Ramon Mendezona, y redactores. Cuando yo llegaba ya estaba todo escrito y preparado encima de la mesa para ser leído. Los locutores éramos españoles. Pero los técnicos eran rumanos, de la Securitate, o sea policías. Ellos procuraban que no conociéramos nada, no se fiaban. Estábamos en plena guerra fría y existía una batalla entre bloques por cortar las ondas de radio. ¡Había que extremar la seguridad para poder asegurar que aquella radio se escuchara permanentemente!

¿Los norteamericanos intentaron cortar las emisiones de la radio?

Sí. Intentaban localizar el punto exacto desde donde se retransmitía y entonces cortar el éter. Al principio ‘La Pirenaica’ se hacía desde la URSS, en una ciudad interior muy alejada de Europa. Era más difícil cortarla. Pero al pasar a Rumania las cosas se ponían más fáciles para aquellos que no querían que entrara un poco de luz en Cataluña y España.

¿Porque se retransmitía desde Rumanía?

Porque había un repetidor muy potente. Los gastos de la Pirenaica se los repartían Rumanía y la URSS. Rumanía nos ofrecía conseguir equipamientos para la radio. Nos hizo falta una mampara muy cara que se fabricaba en Checoslovaquia. Y nos la enviaron sin que nosotros pagaramos nada.

¿Cada país del bando occidental tenía su radio independiente?

Sí, pero en Francia por ejemplo la propia Radio Nacional ya era suficiente. No necesitaban estar a fuera, en el exilio.

¿Les llegaban muchas cartas desde aquí?

Sí, muchas. Eran informaciones desde el interior. De esta tarea se encargaba mi marido.

¿Le gustaba el trabajo, se lo tomaba con militancia?

Era difícil, porque tenía hijos que mantener y además estudiaba. Pero cuando has estado en la prisión con otras mujeres republicanas todo lo que hacía lo hacía pensando en ellas, en las compañeras antifascistas aprisionadas.

[ El resto de la entrevista en: http://www.larepublica.es/spip.php?article16280 ]