No hay cruces ni lápidas como es usual en un camposanto. Sólo una espesa vegetación cubre toda la ladera del cerro y lo único que destaca es la sombra del viejo fuerte donde hubo 2.500 prisioneros encarcelados tras la derrota de la República por el régimen de Francisco Franco.
Hace unos meses –y a partir de los textos escritos por el historiador José María Jimeno Jurío en los años 70– un colectivo de activistas que trabaja por rescatar la memoria histórica en Navarra, al norte de España, empezó la exhumación de una fosa aledaña a la prisión franquista donde enterraron a 131 reos.