COMUNICADO DE PRENSA
La Coordinadora Provincial para la Recuperación de la Memoria Histórica de Burgos, con motivo del septuagésimo séptimo aniversario de la llegada de la II República Española, quiere dedicar su pequeño homenaje y recuerdo a D. Antonio Ruiz Vilaplana. Este acto tiene un objetivo añadido, el de ser un elemento de reflexión y análisis ya que a pesar de los rigurosos estudios actuales sobre esta parte olvidada de nuestra historia más reciente, la falta de criterios y, por qué no decirlo, la intoxicación, fluyen demasiado entre pseudohistoriadores, tertulianos que hoy opinan sobre Historia y a la mañana siguiente sobre genética, o sobre personas insuficientemente informadas.
Antonio Ruiz Vilaplana, abogado y periodista, Secretario Judicial por oposición, fue destinado como Secretario Único del Juzgado de Instrucción de Burgos el 27 de noviembre de 1935 , cargo que ejerció hasta el 30 de junio de 1937. Era Presidente Decano del Ilustre Colegio de Secretarios Judiciales y Secretario Instructor de la Comisión de Incautación de Bienes y del Tribunal Industrial de Burgos.
Como fedatario público que era, vivió en primera persona los acontecimientos sucedidos en nuestra ciudad y provincia desde el 18 julio de 1936 al 30 de junio de 1937, fecha en la que, con sus propias palabras, “pasaba la frontera francesa, no perseguido ni disfrazado, sino con salvoconducto en regla, saludado militarmente por la Guardia Civil, en automóvil propio y en posesión de todos mis títulos y derechos”.
La memoria de su trabajo la recogió en ” Doy fe. Un año de actuación en la España nacionalista”, publicado en Paris en 1.938 (En España en 1.977 por la Editorial Epidauro) Parte de su epílogo, entrecomillado, forma la esencia de este texto.
Un libro sin tintes antigolpistas, pues como el mismo escribe en dicho epílogo, refiriéndose al golpe de Estado, “el Movimiento sólo beneficios podría acarrearme, sin contar con que a la hora del triunfo posible, y siendo Secretario Único de Juzgado de Burgos capital, que iba aumentando su importancia, tal situación me representaba un ascenso seguro al puesto de Secretario en Madrid, meta y aspiración en mi carrera”.
La represión desatada en nuestra ciudad y provincia por parte de los insurrectos era tal, que a pesar de los numerosos esfuerzos que Ruiz Vilaplana hizo por justificarla,(“con la excusa del móvil partidista y social”, “por el fragor de la guerra, un estado accidental de pasión y lucha que desaparecerían al instaurarse plenamente el régimen”), decidió, sin embargo, que: “por una conveniencia económica o de porvenir en la carrera, no podría hacerme encubridor y cómplice de tanta infamia”.
“No, no era aquello el Movimiento Nacional que yo ingenua y forzadamente acepté el 18 de julio, no con entusiasmo, pero al menos con un margen de espera y de confianza. No era tampoco un movimiento fascista que en su novedad hubiera aportado algún interés experimental; aquello no era más que la reacción hostil y desordenada enfrentada por el militarismo traidor con el pueblo indefenso; aquello no era más que el imperio del clericalismo y la tiranía del rico, apoyada en la fuerza y el terror….”.
Su testimonio lo fue desde su cargo como funcionario público, sin animadversión inicialmente al levantamiento militar, al que terminó, sin embargo, definiendo como “movimiento delictivo”.
Su figura no ha sido nunca reivindicada, quizás por su no adscripción a Partido o Sindicato alguno. Desde nuestra Coordinadora sirva su testimonio para abrir caminos y conseguir que la memoria de los hasta ahora olvidados pueda por fin ser oída y vista con la misma naturalidad con la que se aceptó la Causa General ya desde 1940.
Una sociedad que se llama del Conocimiento no puede renunciar a investigar todo su pasado histórico, pues no se puede mirar al futuro sin hacerlo a la vez al pasado.
Burgos, a 14 de abril de 2008